Accesibilidad en la Ciudad de Buenos Aires, una materia pendiente

La arquitecta Silvia Coriat habló de los avances en la legislación, pero también hizo mención a la deudas en su implementación real




La arquitecta Silvia Coriat es la secretaria de la Fundación Rumbos, una entidad que tiene por objetivo promover la accesibilidad. Recientemente, la especialista presentó su libro llamado “Lo urbano y lo humano. Hábitat y discapacidad”.  

 

“La accesibilidad es un tema complejo y urgente. La Ciudad de Buenos Aires ha tenido un deterioro muy grande en la vía pública, las veredas son prácticamente intransitables. Para los adultos mayores y las personas con movilidad reducida es de alto riesgo y la incidencia de accidentes por caídas es mucho más alta que lo habitual en ciudades desarrolladas”, comentó.

 

Coriat sostuvo que, en virtud de los derechos de las personas, con o sin discapacidad, hay que “diseñar de manera accesible para todos”, es decir, apelar a lo que se denomina diseño universal. Esa es una prioridad: que todos puedan tener el mismo el disfrute de la Ciudad y de sus actividades.

 

Según precisó Coriat en diálogo con “Urbanos” por Radio ArinfoPlay, la accesibilidad está planteada en el Código de Edificación porteño desde el año 2003 y esta se se refleja en construcciones nuevas: ya no se ven entradas con escaleras, sino que estas son planas o con rampas suaves y puertas más amplias. “En términos generales, la accesibilidad se empieza a cumplir. Sin embargo, hay puntos clave donde no: la distribución interna de los baños, por ejemplo”, señaló.

 

Asimismo, consideró que en la Ciudad de Buenos Aires “falta mucho para que la manera de implementar la ley de accesibilidad sea útil para las personas que la necesitan” ya que “falta fiscalización a fondo”.

 

“Hay una Ley que desdice la ley de accesibilidad respecto de los locales comerciales y prevé que estos no tienen obligación de ser accesibles. Eso es grave”, ejemplificó.

 

En esa línea, la arquitectura marcó un error en el Código de Edificación, en lo que se refiere a las veredas, ya que el frentista está a cargo de ejecutarlas y mantenerlas. “Eso conduce al fracaso: los frentistas no se ocupan y a las entidades de gobierno no les conviene reclamarles. El Estado se ocupa solo de lo que es formalmente responsable, como los edificios públicos. Entonces, el espacio público depende de la buena voluntad de los privados y es una gran contradicción, ya que debería depender de gobierno municipal”, reflexionó.

 

Sobre el Código de Planeamiento Urbano y de Edificación, dijo que estos necesitan “revisión y reestructuración a fondo” ya que son “obsoletos en muchos sentidos”. Recomendó que, si son modificados, estos se basen “en las necesidades” para que “los profesionales lleven adelante diseños que no les resulten una imposición arbitraria y para que se pongan en lugar de los usuarios”.

 

Al ser consultada por la accesibilidad en el transporte porteño, Coriat puntualizó: “La situación es muy complicada. Hay normas y avances, pero hay contadas líneas de colectivo con sistema de accesibilidad sustentable. El Metrobus, aún cuando en su origen prevé brindar accesibilidad, tiene falencias en ese sentido. Hay quejas de usuarios porque el colectivo no se acerca al andén, porque no hay superficie continua o porque no coinciden las alturas de la terminal y del coche. Las personas ciegas hacen mención a las texturas de los andenes y a problemas de orientación en los cruces. Además, ahora las paradas son a cinco o seis cuadras de distancia, cuando antes eran dos o tres, y para las personas mayores eso es un retroceso, no un avance”.

 

“En trenes y subtes hay retrocesos por negligencias. En la línea A, hay un desnivel entre el andén y el coche. El tren Sarmiento, tampoco está a nivel con sus nuevos coches. Son pocos centímetros, pero cambian las condiciones de accesibilidad”, agregó.

 

Y, sobre las condiciones en las escuelas, mencionó: “En las escuelas públicas de la Ciudad ha  habido un avance importante por un juicio de la ONG Acceso Ya. Se logró un acuerdo con el área de infraestructura escolar y un compromiso de accesibilidad, pero se hace la vista gorda con las escuelas privadas, que es un porcentaje altísimo de chicos. Esa porción de niños no cuentan con accesibilidad. Los establecimientos pregonan la inclusión educativa pero prefieren tomar niños con discapacidades intelectuales leves o que no impliquen modificaciones en los edificios que resulten onerosas. En eso no hay control. Tampoco se prevé que los chicos lleguen con transporte accesible y eso genera deserción”.

 

“En cuanto a accesibilidad se avanza porque el tema circula y se lo conoce. Pero, en relación a los usuarios, las cosas no han mejorado mucho. La cuestión se tiene en cuenta de manera dogmática. Está la ley pero no hay organismos que nucleen al conjunto de actuantes: vecinos, adultos mayores, personas con discapacidad o movilidad reducida, profesionales y asistentes de estas personas, etcétera. Se actúa de manera parcial y aparecen problemas que son difíciles de resolver ante hecho consumado”, finalizó Coriat desde los micrófonos de Radio ArinfoPlay.



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