Una nueva oportunidad: Cómo se recicla la basura electrónica

Desde una ONG recuperan o desguazan de manera ordenada artículos en desuso. Su responsable habla de cómo se gestionan los residuos en la Argentina




La ONG Basura Cero es una entidad que tienen a su cargo una planta de valorización de residuos tecnológicos, mediante el reciclado. Tras un proceso de recolección diferenciada, reciben de empresas y organismos los elementos que han sido dado de baja por obsolescencia o cambio tecnológico, los reciclan y, si es posible, los ponen en funcionamiento. Si no, los desguazan de manera ordenada, con entrega de certificado de disposición final.

Actualmente, solo entre el 5 y el 7% de la basura electrónica del país recibe tratamiento de reciclado. El resto es dispuesto en basurales a cielo abierto o en enterramientos sanitarios. Los componentes que poseen estos elementos (cromo, níquel, cadmio, arsénico, boro, entre otros) comienzan un proceso de lixiviación que va a la napa y, luego, al ciclo alimentario.

“El enterramiento sanitario es el sistema menos conveniente para un país como Argentina”, asegura Jorge Amar, director de la Asociación Civil Basura Cero, la cual con su labor recupera unos 80 kilos de cobre por semana.

“Nosotros presentamos un modelo de gestión para que cooperativas y municipios, que estén dispuestos a enfrentar el problema de la basura tecnológica, se sumen a la tarea de sustituir importaciones con esa basura que está abandonada en galpones, esperando adquirir valor. Hoy hay 400 millones de kilos de basura abandonados en el país”, sostuvo Amar en diálogo con “Náufragos en Gaia” por Radio Arinfo y comentó que los procesos para reciclar que utilizan en la ONG, cuya planta en la Ciudad de Buenos Aires es de libre acceso para quien lo desee, son abiertos a la comunidad.

Asimismo, planteó que el problema de la basura “encierra en sí mismo la solución”: “Nosotros reciclamos el 98% de la basura tecnológica. No recibimos subsidios y pagamos sueldos en blanco vendiendo los componentes de la basura tecnológica con la ayuda del Suterh. Lo hacemos de manera eficiente”.

Amar definió a la obsolescencia programada como “lo que a la mañana es novedad, a las dos de la tarde ya envejeció” y consideró que esto “compromete a la obligación empresaria de ser solidario con el consumidor una vez agotada la vida útil del producto”. Llamó a esto “la responsabilidad pos-consumo” de las empresas.

El especialista también opinó que el objetivo de Basura Cero necesita de la “solidaridad activa” entre cámaras empresarias, empresas, municipios y ciudadanos y dijo que “estamos en el buen camino”.

“Hace unos años, la prioridad de los municipios era el enterramiento sanitario. Hoy, es el reciclado con generación de empleo. Es una tendencia bastante generalizada porque los costos de transporte, enterramiento, compactación y recolección son cada vez mayores, y los productos obtenidos de la basura permiten un ingreso adicional para financiar estos gastos, lo que se suma a la creación de empleo genuino”, recalcó y señaló que la basura separada tiene un “valor implícito y positivo” porque “tiene clientes que la compran”.

Amar, quien valoró la labor de los cartoneros, también recordó que la separación de residuos comenzó en la Argentina comenzó en 1989 con el caso de la ciudad de Oncativo, en Córdoba. Luego, prosiguió con el modelo Trenque Lauquen. Hoy, ya son 180 municipios que separan, entre los cuales se encuentran Tapalqué, Pergamino, Huanguelén, Bolivar, Alvear, Lobos y La Pampa en su totalidad.  

Ciudades como La Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba, Maipú y Río Negro también se han sumado a la segregación de secos no putrecibles, para generar y sostener empleo, con una orientación: la valorización de la basura.

“Es un panorama de lucha, que requiere cada vez más compromiso”, concluyó Amar desde los micrófonos de Radio Arinfo.


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