Julio Leite: “Escribo para no matar o no morirme”

El poeta patagónico repasó sus comienzos en la escritura y habló sobre cómo su lugar en el mapa define su trabajo

Julio Leite no duda a la hora de definir a la poesía como “un estado” y asegura: “Yo vivo en estado de poesía”.

“Escribo para no matar o para no morirme. Elijo tener una forma de vida y de ser poeta: trashumante, siendo un juglar”, sostuvo en diálogo con “Puerto utopía” en Radio Arinfo quien también escribe cuentos y otros géneros literarios.

Leite es de Tierra del Fuego, donde sigue viviendo. Como poeta, destacó a los históricos escritores que salieron de allí y también a los jóvenes que están dando sus primeros pasos. “Allí se da el ámbito para la poesía. Los lugares interiores y los paisajes extraños se prestan para la poesía”, destacó.

En esa línea, agregó: “La Patagonia tiene grandes creadores. Como estamos en el ‘culito’ del embudo, tenemos una visión más amplia que los que están en las grandes urbes, que tienen  la visión desde la boca del embudo. A ellos se les achica la visión hacia el interior y la profundidad de nuestros pueblos”.

El poeta valoró las oportunidades de publicación que están teniendo los escritores en Tierra del Fuego y, aunque reconoció que “cuesta tener difusión”, señaló a los creadores como “atrevidos” que siguen trabajando.

Al ser consultado sobre sus inicios, comentó: “Llegué (a la poesía) con prepotencia. Andaba a dedo con mis libros, iba haciendo redes, caminando siempre. Tuve la suerte de cruzar el charco (estuvo en Europa y en Chile). He andado mucho, pero siempre regresé a la isla. Ser isleño es una problemática: para el isleño, el continente es la isla. Es complicado: no podés alejarte mucho, tenés que regresar”.

“Empecé a escribir a los 15 años, pero no mostraba lo que hacía por miedo de que me dijeran ‘maricón’. Entonces, trataba de portarme mal como los chicos malos. Igual, eran desastrosaslas cosas que hacía”, recordó desde los micrófonos de Radio Arinfo.

Y, finalmente, recalcó: “Todavía estoy tratando de aprender, siempre hay que tratar de aprender. Un poeta tiene que ser un abrepuertas. El que me las abrió a mí fue Armando Tejada Gómez, a quien conocí en Buenos Aires”.

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