Cine en la escuela: el valor de la expresión

El investigador Alejo Durán habla de los talleres que se realizan en escuelas a los que concurren jóvenes en situación de vulnerabilidad social




Hace ya cinco años que, en el marco de un proyecto de investigación de la cátedra de psicopedagogía clínica dela facultad de Psicología de la UBA, se dictan talleres de cine en colegios secundarios estatales de la Ciudad de Buenos Aires. Se tratan de establecimientos a los que concurren adolescentes en situación de vulnerabilidad social, como los de la Villa 31 y 31 bis, y San Cristobal.

El objetivo de los talleres es trabajar sobre problemáticas de simbolización en niños, niñas y adolescentes. Alejo Durán. Docente e investigador del Conicet, realiza allí su tesis doctoral basada en un análisis del trabajo de imaginación y reflexión en la adolescencia, a través de una compilación del taller de cine.

El taller se da en horario de clase, no tiene currícula a cumplir ni hay nota. Los chicos participan a su manera: solo deben estar y se los invita a interactuar. “Algunos aceptan o no. Algunos comienzan apáticos, luego cobran confianza y se entusiasman con un proyecto de autoría. Nosotros los acompañamos para que puedan filmar sus propios cortos”, explicó Durán.

La meta final de este espacio es trabajar sobre los procesos de autonomía de los adolescentes. Acompañarlos en un trabajo de producción de sentido y, sobre todo, de búsqueda del propio sentido.

La dinámica del taller es simple: se proyectan cortos y películas con la intención de mostrarles a los chicos las diferentes formas de contar historias. Las piezas elegidas cuentan con recursos estéticos heterogéneos, no son elegidas por su contenido específico, sino por los recursos simbólicos de sus directores y guionistas.

“La propuesta es que se encuentren con formas coloridas para contar lo que ellos quieran, porque son historias que nacen de sus propias experiencias y deseos. Luego, las realizan en la medida en que se conectan con material y con propio proyecto”, señaló Durán en diálogo con “Aprendemos juntos” por Radio Arinfo.

Las temáticas que más tocan los alumnos en sus propias producciones están ligadas al amor, las drogas, la sexualidad, la muerte, la violencia, la tensión con el mundo adulto. Pueden ser películas ficcionales o auto-referenciales. “Lo ficcional funciona como filtro o estrategia para tramitar aspectos más centrales. Esas son las temáticas que atraviesan sus vidas”, planteó el psicólogo e investigador.

El taller cuenta con varias etapas: la instancia de proyección de cortos y películas, el trabajo sobre las propias historias y sus personajes, la filmación y la edición. La última etapa es la proyección y el festejo por el cierre.

“En cada instancia hay un trabajo de reestructuración, de reorganización y de creación que es inédito. Se pone en tensión lo que los chicos se imaginaron con lo que efectivamente pueden hacer: piensan desde otro lugar, incorporan nuevos personajes. Son instancias de mucho desafío para los alumnos. Pueden escribir, dibujar, organizarse de diferentes formas. El tema de la edición también es complicado, pero súper interesante”, sostuvo Durán.

Las intervenciones de los coordinadores del taller apuntan a  “la apertura, al trabajo creativo más complejo y a la transmisibilidad, es decir, a que el espectador lo pueda entender”.

“Intervenimos lo menos posible, pero lo hacemos para desanudar conflictos que surgen en las producciones”, aclaró el investigador y contó que, dentro de los establecimientos, hay docentes que se entusiasman con los proyectos de los chicos y que participan, mientras que otros se sienten impactados por las temáticas que tocan.

Asimismo, indicó: “Los progresos de los chicos no son lineales. Les cuesta desentenderse de la situación de la escuela y de entender que esto es para ellos. Nuestro afán es invitarlos y que ellos acepten una propuesta ligada a los procesos de pensamiento y la autonomía: que puedan tener algo producido por ellos, algo que en la escuela muchas veces está muy vedado”.

Finalmente, Durán resaltó que, una vez finalizadas las producciones, los alumnos quieren que estas “se vean” y que “circulen” por la escuela, y recomendó a los docentes romper con el cliché de exhibir películas con moralejas. Entre sus directores preferidos para mostrarles a los chicos, eligió al francés Michelle Gondry.

“El taller de cine ya es un proyecto de la comunidad. Pasan cosas maravillosas y nos siguen recordando todos los años. Chicos que se quedaron libres, siguen viniendo al taller”, finalizó con orgullo el psicólogo desde los micrófonos de Radio Arinfo.

 

 

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