Cambios en el clima y acividad solar

Investigadores argentinos encontraron una correlación entre la actividad solar y las inundaciones producidas por el aumento del caudal del río Paraná. En una escala de siglos, esa variación sería parte del cambio climático global; en una escala de décadas, habría una fuerte correlación con la actividad solar; en una escala anual, la variación en el caudal se vincula con el fenómeno de El Niño.



El Sol, como toda estrella, tiene su temperamento, con períodos más calmos y otros turbulentos, cuando el astro rey desborda de actividad y alcanza sus picos máximos, no sólo se hace sentir con tormentas solares espectaculares, sino que coincide con copiosas lluvias en Sudamérica, lo cual aumenta el caudal de ríos como el Paraná, entre otros, según estudios de científicos argentinos.
Un equipo de investigadores del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) halló una correlación entre las manchas solares y el caudal del río Paraná, en una escala de entre veinte y treinta años. El análisis fue realizado a partir de datos tomados en una estación de medición de la ciudad de Corrientes, que efectúa un monitoreo diario en forma continua desde 1904.
“Mostramos que el caudal del Paraná es mayor en las tres últimas décadas, con un valor medio casi 20% más alto que en los primeros setenta años del siglo XX. En particular, durante los últimos treinta años se incrementó en los meses de caudal mínimo (mayo a diciembre), mientras que se mantiene más o menos constante en los de máximo”, señala la doctora Andrea Buccino, investigadora del CONICET en el IAFE, que firma el artículo publicado en Physical Review Letters junto con el doctor Pablo Mauas, investigador del CONICET en el mismo instituto.
El mayor caudal del río se había atribuido a la deforestación del Amazonas, que facilitaría el drenaje del agua. Sin embargo, según destacan los investigadores, la misma tendencia se encontró también en otros ríos de la región, como el Iguazú, cuya cuenca no ha sufrido cambios significativos en el uso de la tierra durante el siglo XX.
Los investigadores concluyen que la variabilidad del caudal del Paraná tiene diferentes componentes temporales: en una escala de siglos, esa variación sería parte del cambio climático global; en una escala de décadas, habría una fuerte correlación con la actividad solar, el mayor número de manchas y la irradiancia solar. En una escala más pequeña, en una escala anual, la variación en el caudal se vincula con el fenómeno de El Niño.
“Nosotros encontramos que las décadas en las cuales la actividad solar es más grande corresponde a las décadas de mayor caudal del Paraná”, observa Pablo Mauas, director del Grupo de Física Estelar, Exoplanetas y Astrobiología del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE), luego de estudiar los datos que registran, desde 1904, las subidas y bajadas de esta cuenca gigantesca que se extiende desde San Pablo, en Brasil, hasta Buenos Aires, y compararlas con los registros de manchas solares, de las cuales se viene tomando nota desde la época del inventor del telescopio, Galileo Galilei.
Once años es el ciclo solar promedio, aunque a veces puede durar 9 ó 13 años. Más allá de estas variaciones, en el mismo ciclo hay cambios en el número de manchas, épocas en las que se acumulan más, menos o ninguna, y se las conoce como máximos o mínimos de actividad solar.
“Actualmente, el ciclo que comenzó en 2009 y tuvo su pico máximo a mediados de 2014, viene bajando su actividad; y vamos yendo a un mínimo que probablemente sea en 2019”, describe.
Estas características dan pistas de un horizonte futuro. “Como estamos en ciclos débiles de actividad solar es probable que tengamos menos problemas con las inundaciones”, anticipa. La historia reciente desborda en crecidas devastadoras del Paraná. “En la última inundación, ocurrida en 1997, 180 mil kilómetros cuadrados de superficie fueron cubiertos por agua, 125 mil personas debieron ser evacuadas, y 25 murieron. Juntas, las tres principales inundaciones del siglo XX, causaron pérdidas por cinco mil millones de dólares”, destaca Mauas junto con Andrea Buccino, astrónoma del CONICET, y Eduardo Flamenco, hidrólogo del INTA, en Physical Review Letters.
Además, los registros muestran que un conocido evento climático aportó lo suyo. “Todos sabemos que cuando ocurre el fenómeno climático de “El Niño” llueve más y, por ende, aumenta el caudal de los ríos. Las inundaciones más grandes del siglo XX corresponden a un “Niño” fuerte y coinciden con períodos donde la actividad solar era particularmente intensa”, subraya, e insiste en ejemplificar: “Cuando la actividad solar es grande, y se le suma un ‘Niño’ fuerte, hay que prepararse para inundaciones devastadoras”.
Pablo Mauas plantea además: “Hoy está totalmente desechada la teoría de que el calentamiento global es causado por el incremento de la actividad solar; resulta claro que es originado por la actividad humana y debemos tomar medidas para cuidar el planeta. Además, actualmente la temperatura global sigue subiendo, mientras que la actividad solar está descendiendo”.
Si bien hoy no puede culparse a las manchas solares de calentar el clima global, sí se relaciona la mayor actividad del Sol con cambios climáticos locales, como mayores lluvias que cargan en exceso a la cuenca del Paraná y aumentan las nevadas en la montaña, según constató el equipo tras estudiar ríos cordilleranos. Se trata del Atuel y el San Juan, que desembocan en el Colorado. “Comprobamos que también en estos casos, el aumento de precipitación de nieve coincide con la mayor actividad solar según lo estudiado sobre la base de los registros de 1950 en adelante. O sea que la actividad solar afecta las lluvias en el Paraná, en verano, y las nevadas en invierno, en esta parte del planeta”, remarca Pablo Mauas.
Aún más, estudios próximos a publicar dan cuenta de que, cuando se toman registros de períodos de tiempo más prolongados en el pasado, la relación de más actividad solar con mayor cantidad de precipitaciones se mantiene vigente. Desde el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA CONICET), los investigadores recibieron información clave de dos siglos atrás. “Nos mandaron datos de anillos de árboles donde quedan registradas las precipitaciones de los últimos 200 años. Y se confirma que la mayor actividad solar coincide con mayores lluvias”, concluye Pablo Mauas.
Fuente: Artículos “Chaparrones solares” escrito por Susana Gallardo e “Inundaciones solares” escrito por Cecilia Draghi extraídos del portal y revista impresa NEXCiencia.


 
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