Lo que no sabemos sobre cómo se producen los alimentos que consumimos

La periodista Soledad Barruti realizó una investigación sobre la verdadera procedencia de lo que llevamos a la mesa




Su curiosidad como comensal llevó a la periodista Soledad Barruti  a interrogarse sobre cómo se producen esos alimentos que cocinamos o compramos. Su investigación personal sobre cómo se produce lo que comemos en el país y en la región la llevó a viajar por toda la Argentina. A eso sumó investigaciones publicadas en el exterior sobre esta construcción de época que implica la transformación en la producción de los alimentos. Producto de esa labor, lanzó su libro “Mal comidos”.

Durante su investigación, Barruti descubrió la tecnologización absoluta en los procesos productivos, que derivaron en un cambio radical en la forma en que se producen los alimentos. Advirtió que las vacas ya no están en el campo comiendo pasto, sino que están encerradas en corrales de engorde donde son alimentadas con maíz. “Eso es indigesto y les dan remedios para que sobrevivan. Es decir, comemos esa carne de animales enfermos, pero medicados”, señaló.

El objetivo de estos procesos es reducir el espacio y el tiempo de engorde lo máximo posible. “La biología está forzada hasta lo inimaginable por esta idea productiva y de negocio. No se trata de mejorar el producto, sino de dar más cantidad en menos tiempo. Eso puede ser exitoso en las zapatillas, pero no en los alimentos que provienen de seres vivos con ciclos biológicos. Se trata a las plantas o a los animales como engranajes dentro de una fábrica”, alertó Barruti en diálogo con “Ciclo vital” por Radio Arinfo.

Estas nuevas formas de producción acarrean problemas como enfermedades, plagas, malezas y, en el peor de los casos, epidemias. Es la respuesta de la naturaleza, que busca regenerar el equilibrio que se rompe cuando se la fuerza a una idea.

La autora de “Mal comidos” también habló de la cría de pollos: “Crecen en la mitad de tiempo que antes a costa de mucho sufrimiento. Hay una pérdida de calidad del alimento. Están en galpones en los que les dan de comer todo el día y los trabajadores que los atienden tienen la salud muy debilitada por la toxicidad del ambiente”.

“Similar es el caso del salmón, al que se ve como un alimento súper-sano o Premium. También hay un engorde artificial. Se trata de un pez carnívoro y la industria los confina, alimentándolos de manera diferente con toneladas de antibióticos. El producto no tiene, ni por asomo, las características que se anuncian”, agregó.

En relación al tema de la soja, lo describió como un problema de nuestro país no relacionado con la alimentación, ya que aquí casi no la comemos. Asimismo, planteó: “La soja generó un aumento del 1000% en el uso de agroquímicos en los campos y las personas que viven cerca viven pesadillas. Los anuncios políticos recientes hacen aumentar el poder del sector, a la vez que no hay mayores controles. Hay pueblo enteros que mueren de cáncer, chicos con malformaciones. Es un negocio gigante y fabuloso: no se plantea protección a la población y se sigue extendiendo”.

“Los de estos alimentos son sistemas de producción que, lejos de estar en contacto con alguna forma de vida, están con una de destrucción y muerte”, advirtió Barruti desde los micrófonos de Radio Arinfo y lamentó que, a la hora de plantear un sistema alimentario, las nuevas irrupciones estén derribando las conquistas que se habían obtenido.

Sin embargo, para el final, dejó un mensaje de esperanza y de confianza en las “mentes brillantes y creativas que pueden pensar alternativas para el desarrollo”.


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