Equinoterapia Suyai: un sueño que se convirtió en ayuda al prójimo

Se trata de un establecimiento que se especializa en la terapia con caballos




Amado Ocanto es un veterano de guerra cuya experiencia personal lo impulsó a armar una escuela de equinoterapia. Su objetivo era ayudar a la comunidad y a sus compañeros, que necesitaban de un espacio para hacer sus terapias.

“Nuestra escuela nació como un sueño, como una ayuda hacia la comunidad que transita la ruta de lo especial. Fue un proyecto que lo encaminamos con mi hijo Roberto, profesor de educación física, y mi esposa, Esther”, contó Ocanto, hoy propietario de la escuela de equinoterapia Suyai.

En el año 2007, el veterano de guerra y su familia se capacitaron en equitación adaptada y comenzaron con su escuela en la Posta de Tapiales. En el año 2010 se instalaron en una hectárea cedida por el Mercado Central.

Hoy cuentan con doce boxes en los que viven 13 caballos. A la escuela concurren 93 alumnos en distintos turnos, de martes a sábados.

“Todo se hizo de manera autogestionada y las instalaciones están muy cuidadas. Contamos con nueve instructores y cuatro voluntarios que conforman un plantel muy idóneo”, destacó Ocanto en diálogo con “Integrados desde Argentina al mundo” por Radio Arinfo.

A pesar de contar con la colaboración de mucha gente y del municipio de La Matanza para solventar los gastos corrientes, hoy el espacio necesita de una ayuda extra para cubrir una de sus tres pistas con algún tinglado para protegerla de la lluvia y del sol intenso en verano.

En Suyai, además de realizar las terapias, los alumnos festejan los días de la familia, del niño y el año nuevo. En fechas patrias, concurren los veteranos, se hacen desfiles y se comparte un chocolate.

“Algunas obras sociales cubren el tratamiento, pero no todas cumplen”, lamentó el responsable de la escuela y Esther, su esposa, agregó: “Veo la lucha de los papás con las obras sociales que no les quieren reconocer ciertas terapias que para los chicos son muy importantes”.

Esther, también responsable del espacio, aseguró que gestionar un lugar de estas características es “un cable a tierra”: “Después de 37 años de haber trabajado en tres cargos en la docencia, y dos carreras universitarias, en 2009 me intimaron a jubilarme. Menos mal que encontré refugio en esta actividad que realmente me apasiona”.

“En este trabajo no hay que bajar los brazos. Siempre una oportunidad es posible. Mi lema es que ‘No es feliz aquel que hace lo que quiere, sino el que quiere lo que hace’. Esa expresión encierra mucho de lo que nosotros dejamos en esta actividad”, finalizó desde los micrófonos de Radio Arinfo.


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