Cómo es la labor de una rabina en la Argentina

El pensamiento de Silvina Chemen, de la comunidad Bet El, quien destaca cómo el mundo ha cambiado y ha permitido a las mujeres ocupar espacios antes vedados




Bet El es una comunidad judía, que abrió sus puertas hace 52 años en el barrio de Belgrano. Tiene una sinagoga, un colegio, un movimiento juvenil y un espacio de acción social. Allí trabajan un rabino y una de las cinco rabinas que se han ordenado en Buenos Aires.

“El pueblo judío tiene diferentes movimientos y los más liberales comenzaron a aceptar la ordenación de rabinas mujeres. Es algo reciente en Latinoamérica, ya que la primera se ordenó recién en 1994”, explicó Silvina Chemen, rabina de Bet El.

Respecto a cómo se logró que las mujeres adquirieran este espacio, planteó: “Hay diferentes corrientes. Algunas mantienen una visión más patriarcal de la religión y otras, revisando los textos, entendieron que la mujer nunca estuvo prohibida de desarrollar funciones de púlpito, de enseñanza o pastorales. Entonces, se reinterpretaron los textos y, conversando con la modernidad, aceptaron que el lugar de la mujer era igualitario en términos de sus posibilidades y responsabilidades”

“El mundo ha cambiado. Las mujeres ya no estamos en nuestra casa criando hijos y esperando la llegada del hombre. Entonces, los movimientos más liberales decidieron que la mujer tenía derecho a ser rabina si así lo deseaba. Son procesos y hay que acompañarlos con mucho amor. Las sociedades necesitan tiempos de adaptación”, agregó en diálogo con “Aquí la 13” por Radio Arinfo.

En otro plano, la rabina aseguró que la religión “vino a la existencia humana para dar respuesta a preguntas que no tenían respuestas” y también para “asegurar un núcleo de pertenencia a un grupo de gente con las mismas creencias, rituales y calendarios”.

“Hoy en día, las motivaciones para seguir una tradición religiosa no tienen que ver con lo humano de hoy. Con la religión, uno tiene una red que sostiene el sentido de la vida. Vivimos momentos pragmáticos, apurados, de consumo que se consume a sí mismo. Es bueno frenar un poco la locura y tener un espacio para estudiar, orar y pensarse en función de un repertorio de sentidos comunes que nos devuelvan algo de lo humano que perdemos en este tiempo raro”, reflexionó.

En ese marco, Chemen planteó que Ciencia y Religión son dos lenguajes distintos: “La ciencia explica el cómo y la religión el para qué sucede lo que sucede. Esta última también permite pensar cuál es tu lugar respecto a eso que pasa”.

Al ser consultada sobre cómo analizar desde una visión espiritual la realidad, Chemen señaló: “La expresión ‘Ser humano’ lo presenta como un ente acabado. Yo prefiero decir que ‘Somos siendo humanos’. La construcción de lo humano es compleja y constante. Las instancias de reflexión tienen que ver con poder diferenciarnos y decidir quién vamos siendo a medida que vamos creciendo. Las tradiciones religiosas están para dar ese marco, esa guía. El siendo depende de nosotros, no del mandato externo con el que convivimos por ser parte de una sociedad. Cada uno tiene un lugar único e irrepetible, el asunto es ir descubriéndolo”.

“Hoy tenemos una necesidad extrema de hablar de uno mismo. Hay una locura narcisista. Pero la capacidad de escucha se educa: hay que hacer un vacío dentro de uno y un trabajo de descentramiento, ya que el otro necesita alojar su palabra en mí. Hay que entrenar eso. Hoy se escucha poco: estamos siempre preparando la respuesta que doble la apuesta hacia el otro. Los religiosos tenemos que poner el acento ahí”, dijo a la hora de hablar de los desafíos de la religión en las sociedades modernas.

Finalmente, desde los micrófonos de Radio Arinfo, la rabina recalcó que “honrar la vida es una decisión”. “Es algo que no viene de arriba ni tiene que ver con los objetos. Es algo que depende de cómo se ubica cada uno respecto a las circunstancias que está viviendo. Muchos se sientan a esperar que la bendición venga del cielo, pero uno debe hacer algo desde la tierra para que eso suceda. Cuando uno hace el primer paso, la sensación de bendición llega. Nadie va a venir a tocarte la puerta para traértela”.
 

 

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