“Galeano, el último grande de una extraordinaria legión de intelectuales”

El productor de TV Eliseo Álvarez trabajó en numerosas ocasiones con el fallecido escritor. Cuenta sus mejores anécdotas y deja una semblanza de su persona y de su legado

El pasado 13 de abril, el escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo adiós a este mundo pero, como todos los grandes, su alma seguirá viva en sus escritos y en la memoria de la gente que con tanta devoción lo leyó.

“Fue una gran tristeza enterarme de la muerte de Eduardo. Cuando pasan estas cosas límites, uno empieza a recapitular y entré en la cuenta de que, en los últimos 15 años, hicimos 44 programas con Eduardo en todo el mundo. Hicimos tres series, especiales, recorrimos restaurantes, bares, su casa…El segundo sentimiento que se me apareció ese día, luego de la tristeza, fue el honor”, dijo Eliseo Álvarez, prestigioso productor de TV, cine y radio, quien dirigió el programa “La vida según Galeano”.

El primer programa que Galeano y Álvarez hicieron juntos fue “Perfiles”, luego realizaron un capítulo para una serie española llamada “Un mundo alucinante”. En esos tiempos, comenzamos a hablar de la posibilidad de que el escritor uruguayo tuviera su propio programa.

“Él se negaba, medio en serio y medio en broma, decía que no quería que le robaran el alma. Además, se negaba a ver los programas. Igual, yo creo que me mentía. Costó mucho porque se negaba sistemáticamente. Yo viajaba a Montevideo cada vez que podía para juntarme con él.  Una tarde de agosto hace 15 años, me llamó y me dijo que iba a estar en Buenos Aires y me dijo que nos juntáramos en El Ateneo, que era su lugar preferido en la Ciudad en materia de bares. Accedí y, al otro día, llegué al bar y él estaba con un papelito doblado en cuatro o cinco partes, donde estaban anotadas una serie de fechas. Le pregunté qué era eso y me contestó: ‘las fechas en las que voy a grabar tu programa’. Faltaban solo 20 días para comenzar, pero era Galeano. Nos pusimos a full y salió un programa maravilloso”, contó sobre el origen de “La vida según Galeano”.

En diálogo con “Ojos abiertos” por Radio Arinfo, el productor habló de cómo fue trabjar con el autor de “Las venas abiertas de América Latina”: “Este trabajo tiene una serie de dificultades, pero también tiene situaciones placenteras y nutritivas, que tienen que ver con acercarse a algo parecido a la sabiduría a la que te llevan estos tipos. Eduardo estaba más cerca dela sabiduría que el común de la gente. Lo de Galeano tenía la potencia de la síntesis. Eso es maravilloso para el mundo audiovisual. La traslación a la TV no fue tan difícil. Cada cosa que él escribía, tenía un concepto audiovisual completo”.

“Eduardo era una fuente inagotable de anécdotas, historias y reflexiones, siempre con cierto humor hiriente. Ha sido el último grande de esta extraordinaria legión de intelectuales de los 60’ y 70’ que, por razones propias de la edad y el paso de los años, han ido desapareciendo”, sostuvo Álvarez.

El productor recordó la pasión de Galeano por el fútbol e hizo un repaso por sus obras más importantes. “Galeano era todo lo popular y lo intelectual. Podía llegar a abarcar todos los ámbitos”, destacó.

“Hablando de Cortázar, Eduardo me decía que Julio ‘era fundamentalmente un hombre bueno’ y yo creo que esa frase es perfectamente trasladable a la definición que se puede hacer sobre Eduardo. Era fundamentalmente un hombre bueno, talentoso, generoso con los demás. Si no, no hubiésemos podido hacer 44 programas”, recalcó Álvarez desde los micrófonos de Radio Arinfo.

Y, finalmente, planteó: “Eduardo tenía una visión, desde el punto de vista político e ideológico, muy clara. No había dudas de lo que pensaba sobre ciertas circunstancias. Pero, tenía algo muy interesante: lo transmitía sin formato de panfleto, con una calidad artística, intelectual y literaria extraordinaria. El panfleto tiene el problema que se pierde con la coyuntura, lo de Eduardo, más allá del profundo y fuerte contenido político que ha tenido gran parte de su obra, tiene una calidad literaria y una belleza extraordinaria. Las cosas más terribles que ha contado, las ha contado bellamente. Queda una obra para disfrutar y para aprender, porque sus cosas eran didácticas y servían a la docencia. Eso es lo importante”.


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