Dr. Juan Vasen: “La etiqueta de autista puede perjudicar a un niño”

El reconocido médico psiquiatra habla de la generalización del diagnóstico de Trastornos del Espectro Autista. Su crítica al modo en que hoy se articulan los certificados de discapacidad




El Dr. Juan Vasen es un médico psiquiatra de larga trayectoria, especializado en atención infantil y juvenil. Es el jefe de residentes en el hospital de niños Ricardo Gutiérrez y recientemente ha lanzado su nuevo libro, titulado “Autismos: ¿espectro o diversidad? Familias, maestros y profesionales ante el desafío de repensar etiquetas”.  

La hipótesis principal de la publicación es que cada vez es más frecuentes que chicos que son autistas caigan dentro del diagnóstico de Trastornos del Espectro Autista (TEA): “El autismo es un término que pasó de ser una dificultad muy seria que afectaba número reducido de chicos con características muy especiales, a convertirse en cuadro que pasó a ser casi popular. En su versión actual, el TEA, ya no tiene la exigencia de precisión diagnóstica que planteaba quien lo definió en sus comienzos, Leo Kanner, sino que se ha ampliado a una gama de chicos con trastornos diversos”.

“Esos trastornos, como dificultades en la comunicación y la interacción social, el movimiento repetitivo, los intereses restrictivos o los trastornos sensoriales formaron conjuntos. Son síntomas que se fueron organizando alrededor del primer núcleo sintomático, que era el repliegue, la dificultad para conectarse con otros, la intolerancia al cambio. Los nuevos síntomas fueron armando galaxia alrededor de los primeros. Eso hizo que muchos chicos, de manera cada vez más creciente y laxa, fueran englobados en la categoría de TEA”, planteó.

La preocupación que se expresa en el libro del Dr. Vasen es que esto último no está del todo bien: “Todo esto se junta con otra situación que no es de índole estrictamente médica, psicológica o psiquiátrica, sino de índole de protección o cobertura social. Es decir, cómo hacer para cubrir las necesidades asistenciales y terapéuticas de un número de chicos que tienen dificultades muy serias y que requieren atención. Aquí viene el problema y el TEA aparece como manera de pretender simplificar el tema. Es decir, si se crea una categoría los suficientemente abarcativa para que, considerados bajo su nombre, muchos chicos puedan recibir protección, esa categoría empieza a funcionar como contraseña para acceder a distintas prestaciones y tiene utilidad social: muchos chicos van a ser cubiertos de esa manera”.

“Visto así, no se presentarían mayores inconvenientes, porque es una buena acción social. Pero ocurre que esto lleva a que se pervierte, se pierde, se diluye o se deforma un diagnóstico más preciso. Hoy hay una enorme heterogeneidad de chicos que están ubicados como integrantes del TEA y muchos de ellos antes eran considerados con “retraso madurativo”. El libro intenta señalar que se está perdiendo, bajo la idea de dilución de precisión de diagnóstico, el entender qué le pasa a una cantidad de chicos que están nominados bajo un nombre que les es impropio. Para un número muy pequeño de ellos tal vez sea un nombre ajustado a su padecer. Pero, en la mayoría de los casos, creo yo que no lo es”, remarcó el psiquiatra en diálogo con “Radio Casona” por Radio Arinfo.

El profesional explicó que, hasta hace algunos años, a los fines de que los chicos tengan cobertura vía certificado de discapacidad, se les ponía como diagnostico, “contraseña” o etiqueta, trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

“Se suponía que eran chicos que no reunían todas las características del autismo, pero con esa sigla recibían cobertura. Resulta que la mayor parte de esos chicos pertenecían a esta categoría tan laxa, pero no eran autistas: tenían otros cuadros de la infancia graves como psicosis infantil, retraso madurativo, trastorno grave del comportamiento, cuadros borderline, pero no autismo. Es por eso que yo creo que conviene diagnosticar síntomas y no armar rápidamente con ellos un cuadro. Se puede diagnosticar un síntoma autístico importante y será fácil de compartir con colegas porque todos lo vamos a advertir. Podemos trabajar entonces partiendo de síntomas y ver con cuáles otros se asocia, que tal vez no pertenecen al TEA”, argumentó.

El Dr. Vasen también consideró que, para considerar que un chico tiene autismo, este debe tener un síntoma autístico preponderante, es decir, una dificultad muy seria para conectarse con los otros, sea a través del lenguaje, el contacto visual, el contacto táctil, etcétera.

“En materia de autismos existen diferentes niveles, gradientes, formas o modalidades en que el síntoma autista se presenta en los distintos chicos. Lo que permite manejarnos con este criterio es que un síntoma es algo que puede ser más o menos persistente o grave, pero no necesariamente le pone una etiqueta de por vida al chico. Yo puedo tener fiebre, pero eso no me convierte en una persona febril para toda la vida. Puedo tener un síntoma autístico, pero eso no me convierte en autista por el resto de mi vida. Es decir, se permite que alguien pueda dejar de padecer el síntoma porque este se curó, se disminuyó o se alivió”, sostuvo.

El profesional del hospital Gutiérrez aseguró que las etiquetas que implican los diagnósticos de autismo pueden perjudicar a los chicos y afirmó que esto suele pasar desapercibido “como si los chicos no fueran sensibles a las maneras en las que se los nombra”. “Ellos se dan cuenta de dónde son ubicados por sus padres”, aseveró desde los micrófonos de Radio Arinfo.

Finalmente, realizó una crítica a la forma en que hoy está planteado el certificado de discapacidad en la Argentina: “La certificación de discapacidad es un logro y un derecho, pero también un problema por la forma en que está organizada en este momento. Muchos chicos deberían acceder a muchas prestaciones sin este. Es una norma que debería ser reformulada seriamente. Creo que el certificado de discapacidad no debería llamarse así, más allá de que la palabra ‘Discapacidad’ sea valiosa para un conjunto de gente que ha luchado mucho. Considero que debería llamarse de alguna manera que no recaiga sobre el chico: “Certificado para prestaciones…” o algo así. Es un problema que no está siendo abordado y que planteamos hace mucho”.
 
 
 
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