“Debemos incorporar al ruido como un contaminante peligroso”

La especialista Silvia Cabeza habla de los riesgos de estar expuestos a los ruidos. El caso del vecino de la Ciudad que le ganó un juicio a la Autopista





Recientemente, se conoció la noticia de que un vecino porteño llamado Pedro Barragán le ganó un juicio a la empresa AUSA (que maneja las autopistas de la Ciudad) por la contaminación acústica que generan los ruidos de altos decibeles que llegan a su casa desde la autopista 25 de Mayo.

“Barragán reclama, ni más ni menos, tener una mejor calidad de vida, que es algo que pretendemos todos. Él pide que haya algún tipo de fallo que posibilite tener un entorno acústico saludable algo que, por diversas situaciones de las cuestiones urbanas, a veces eso no es posible”, dijo Silvia Cabeza, especialista en contaminación acústica y Presidenta de la Asociación Civil ‘Oír mejor’.

Es probable que el fallo de la Justicia obligue a AUSA a poner pantallas acústicas para bloquear la transmisión de ruid. Sobre esta posibilidad, cabeza planteó: “Desde el punto de vista técnico, una pantalla no puede tener una altura de seis metros y hay vecinos que están por arriba de esa altura y a quienes no les va a mejorar el entorno acústico. Es un tema complejo y hay que buscarle solución. En Europa, se diseñan las autopistas con pantallas y primero se ve la viabilidad de poner una autopista en el lugar. Cuando se hace una autopista o ruta, hay que pensar que va a radicarse gente alrededor y que el ruido va a molestar a los vecinos”.

La experta explicó que la contaminación acústica es peligrosa porque “tiene la particularidad de no dejar residuos en el aire, en la tierra, en el agua, sino en nuestro organismo. Actúa igual que el sol en nuestra piel, tiene un efecto residual. La gente que está expuesta al ruido durante mucho tiempo no solo tiene riesgo de perder la audición, sino que también puede tener trastornos serios como problemas cardiovasculares o de tipo nervioso o digestivos, falta de descanso, etcétera. Con el tiempo, hay ciertas enfermedades como consecuencia”.

Los vecinos que vivimos en la Ciudad de Buenos Aires tenemos distintas fuentes de ruido que nos molestan: boliches, extractores de aire, el tránsito, etcétera. Todo el conjunto de las fuentes de ruido, sean fijas o móviles, provocan un entorno acústico que muchas veces es molesto. La palabra ruido significa ‘sonido no deseado’. De lo contrario, es solo sonido.

“A nivel nacional, la Ciudad tiene la ventaja de contar con una normativa específica, la ley 1540, reglamentada por decreto 740. El organismo de aplicación es la Agencia de Protección Ambiental (APRA), que depende del ministerio de Ambiente y Espacio Público. La normativa fija una serie de actividades que están obligadas a presentar un estudio de impacto acústico para ser habilitadas. Las que están desde antes de 2007, también exigen presentación de estudio de ruido. La idea es garantizar que lugar donde se va a ejercer determinada actividad (mecánica, bailable, etcétera) tenga aislamiento acústico acorde al espacio para no contaminar con ruidos al vecino y a la calle”, señaló Cabeza en diálogo con “Urba-NOS” por Radio ArinfoPlay.

En esa línea, agregó: “Falta mucho por hacer, pero la normativa da la facultad al Gobierno para regular niveles de ruido. También se permite al vecino hacer un reclamo para que la APRA envíe un técnico o inspector para constatar si la actividad está cometiendo alguna infracción o si está contaminando con ruido al vecindario”.

“Además, la APRA está desarrollando un mapa del ruido de la Ciudad, ya que está obligado por la ley a hacerlo. Este se hace a través de un software que diagnostica con una presentación gráfica o un mapa los niveles de ruido de distintas calles y avenidas. Es algo complejo de hacer, pero da un mapa de conflicto que permite a las autoridades de Medio Ambiente corregir la contaminación acústica y tratar de disminuirla con distintas medidas”, destacó la titular de ‘Oír mejor’.

La especialista consideró que “no es fácil solucionar” los problemas de ruido de la Ciudad, “sobre todo los ocasionados por el transporte” que tiene unidades de más de una década de antigüedad. Sin emabrgo, dio un ejemplo de cómo se pueden planificar medidas para trabajar en ello: “En las calles Suipacha y Esmeralda antes circulaban líneas de colectivos. Estas se sacaron y pasaron a la Avenida 9 de julio, a los carriles del Metrobús. A partir de esto se produjeron dos fenómenos: el nivel de ruido en las calles bajó y en 9 de Julio no se incrementó, porque el lugar de circulación está en el centro de la avenida, alejada de fachas de edificios”.

“Debemos incorporar al ruido como contaminante peligroso y no restarle importancia. Hablar del ruido también es hablar de ecología, porque estamos haciendo referencia a lo que nos permite tener una mejor calidad de vida y también mantener sano nuestro organismo. La percepción del ruido es subjetiva, pero hay que tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el ruido que supere los 65 decibeles, con el correr del tiempo, puede causar daño irreversible en los oídos”, finalizó Cabeza desde los micrófonos de Radio ArinfoPlay.

 


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