Un grupo de la Facultad de Agronomía trabaja junto a los Qom

Desde la Academia se busca impulsar la recuperación del paisaje y la puesta en marcha de huertas familiares. Acompañan el reclamo de la comunidad por la tierra





En la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) existe un grupo académico de Estudio y Trabajo junto a la comunidad Qom. Esta organización se conformó luego de una visita del cacique Felix Díaz a la casa de estudios, en una charla que dio junto al historiador Osvaldo Bayer. 

“Bayer, comprometido con las luchas sociales, le dio un espacio muy grande a Felix Díaz para contar la situación de su comunidad. Nosotros nos quedamos muy conmovidos por su relato y comenzamos a sentir un compromiso, que implicaba más que escuchar, y ver qué podíamos hacer. Entonces, comenzamos a juntarnos un grupo de colegas de la Facultad para pensar qué podíamos hacer con esta comunidad, que estaba tan huérfana de ayuda en todo sentido. A nosotros nos tocaba hacer algo desde lo agronómico ya que ellos no tenían apoyo técnico ni capacitación”, recordó la ingeniera agrónoma Libertad Mascarini, integrante de este grupo multidisciplinario que se conformó a partir de la unión de profesionales que no habían trabajado juntos previamente.

De las primeras reuniones participó la antropóloga Lorena Cardín, quien trabaja en la comunidad Qom hace unos 13 años. Con su enfoque, sumado a las ganas de aportar de los profesionales de Agronomía ante una situación que consideraron desesperada, comenzaron a conformar un grupo institucionalizado y a realizar los primeros viajes la comunidad para trabajar con ellos.

La comunidad Qom con la que trabaja la agrupación está al Este de Formosa, en la Ruta 86, kilómetro 1341. Se trata de un paraje cerca de la localidad de Laguna Blanca. Es una zona húmeda, de tierras ricas. Hay mucho monte, mucha vegetación y precipitaciones elevadas (unos 1400mm anuales).

“El problema fundamental que tiene esta comunidad es la lucha por el territorio. Ese es el planteo de ellos y de muchas otras comunidades. En la actualidad, Laguna Blanca, territorio ancestral de esta comunidad, fue dado a Parques Nacionales y hoy es explotado turísticamente. Es su lugar de espiritualidad y fuente de proteínas. La laguna es un lugar de encuentro muy importante y hoy prácticamente no tienen acceso”, denunció Mascarini en diálogo con “Puerto Utopía” por Radio Arinfo.

En esa línea, explicó: “La etnia Qom, a la que antes se llamaba toba con una connotación peyorativa, tiene una cultura es de pueblo cazador-recolector-pescador. Esto tiene que ver con el territorio en el que estaban, con su realidad. La historia de nuestro país, que fue reduciendo a las comunidades a pequeños territorios porque no pueden terminar de sacarlas, hizo que una comunidad nómade y cazadora-recolectora hoy esté reducida a habitar en 5100 hectáreas. Antes estaban en miles, incluida la Laguna Blanca”.

Hoy se estima que la comunidad Qom con la que trabaja el grupo de la Facultad de Agronomía está compuesta por unas 450 familias. Son unas 4 mil personas, según el censo de 2011. La ingeniera agrónoma consideró que esta reducción de su territorio es un “golpe cultural muy fuerte” y que este también la cantidad de alimento disponible porque ya no pueden ir a pescar abiertamente a la laguna.
“Hoy la relación con el parque está un poco mejor, pero su fuente fundamental de proteínas, que era la pesca, está muy reducida. Antes también cazaban ñandúes y otros animales y también recolectaban frutos de los árboles”, amplió.

Sobre el trabajo que implementó el grupo, Mascarini detalló: “Cuando fuimos por primera vez, comenzamos a leer documentos. Nos encontramos con familias que trabajaban la tierra y otras que no. Sentíamos que no podíamos ir a dar órdenes sobre cómo hacer las cosas. Entonces, comenzamos a aprender, a escucharlos para ver cómo era su cultura y para saber qué podíamos hacer. Eso nos llevó un año”.

“Comenzamos con una siembra de maíz, porque era lo que ellos sabían y querían hacer. La reducción territorial hizo que muchos fueran a trabajar al algodón o la caña, así que tenían conocimientos del trabajo de la tierra, pero la realidad es que no venían de generaciones de agricultores. Entonces vimos cómo, en un menor territorio, empalmar lo agrícola con la lucha por la tierra, que es su esencia. Había que defender, cuidar y recuperar la fertilidad de esas 5100 hectáreas”, agregó.

El grupo de trabajo se ha planteado diversos objetivos: la recuperación del paisaje, la integración de huertas familiares, la producción animal y el almacenamiento del agua.

“Comenzamos presentando algunos proyectos y tuvimos muchas decepciones porque no salían, pero seguimos adelante. A fines de 2013 nos aprobaron dos, uno de la UBA y uno del ministerio de Educación, con 40 mil esos cada uno. Uno es para la propagación de plantas nativas para la mejora del paisaje, centrándonos en el algarrobo como fuente de alimento de la comunidad. El otro, para comenzar a profundizar el tema de las huertas. Hoy estamos a término: losa dos proyectos terminan en marzo. Se logró hacer un vivero comunitario, que llevan adelante varias familias. Tenemos plantines de algarrobo e hicimos un acuerdo con el Parque Río Pilcomayo y nos permiten extraer semillas y plantines de nativas para el vivero. Al mismo tiempo, comenzamos con las huertas. En relación al agua, estamos haciendo un análisis con dos geólogos de otro proyecto para saber si hay agua buena porque la que hay es salada y la que le mandan por red no es apta para consumo. Además, hacemos talleres de capacitación para mejorar el uso del agua”, señaló la ingeniera agrónoma.

Con muchas expectativas, también contó que recientemente salió aprobado un proyecto de ONU del programa “Pequeñas donaciones”. Este les permitirá contar con un dinero más importante con el cual podrán profundizar su línea de trabajo y mejorar lo que están haciendo. “Tratamos de que cada viaje sea más eficiente, porque cuesta mucho. Ahora iremos con diez capacitadores en huertas”, anticipó la especialista.

Finalmente, Mascarini habló sobre una denuncia pública que el grupo realizó durante el mes de enero: “En la comunidad hay mejores viviendas y el tema del agua potable ha avanzado, pero hay una situación de violencia permanente. El déficit y la falta de proyectos hace que se genere una situación de poca protección a la vida de la gente de la comunidad. Toda la sociedad naturaliza la muerte de un indígena y esto es muy fuerte. Si comparamos la cobertura de la muerte del chiquito Qom por desnutrición y la de Lola (la joven asesinada en Uruguay), vemos que fueron muy diferentes. Hacía muy poco tiempo mataron a otro joven Qom en la ruta. Es permanente la muerte y la agresión. Nosotros tuvimos una agresión dentro del vivero. Tuvimos que salir a decir que estamos involucrados desde el compromiso social con la comunidad y desde nuestro trabajo. Las plantas que aparecieron cortadas son las de algarrobo, pensamos si  esto será un aviso”.

“Los líderes de la comunidad son aquellos que no aceptan el clientelismo político. Esto está visto bien por algunos y mal por otros que están por el poder. Es muy difícil tener acceso a cosas y están en una situación difícil, todo se hace a través de las luchas por la tierra, la salud o la educación. Este es su camino. Nosotros estamos comprometidos en esta tarea y es importante que, a pesar la distancia, la podamos llevar adelante. Es un aporte dentro de este camino que se trazó la comunidad”, finalizó Mascarini desde los micrófonos de Radio Arinfo.
   



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