“La educación y la cultura hacen perder la potencia vital que es el juego”

La especialista Inés Moreno rescata lo lúdico como forma de expresión y asegura que en las escuelas se ha perdido el valor del juego

El juego es parte constitutiva del ser humano. Es algo que se lleva y se ejerce desde que somos pequeños hasta el fin de nuestros días. Sin embargo, para la Lic. en Educación Inés Moreno, el juego es algo que no puede definirse ya que, de intentarlo, de deja siempre “algo afuera”.

“El juego es una actividad, es acción. Para comprenderlo, hay que jugar. Cualquier intento cognitivo o teórico de poder acercarse a una definición encuadra algo que constituye un universo muy amplio y, a la vez, muy profundo. En nuestra cultura, el juego es anterior, inclusive, al homo sapiens. El homo ludens es anterior al homo sapiens y eso marca el territorio respecto a las conceptualizaciones. Una conceptualización implicaría demarcar territorio que es muy difícil. Juega está dentro de las personas y cada jugador es un universo en sí mismo”, sostuvo la especialista, quien también es profesora, capacitadora y autora de textos relacionados con el juego.

Moreno planteó que el juego forma parte de la potencia humana y explicó cómo, desde el nacimiento, poseemos una conducta lúdica: “El bebé desde que nace juega con sus piecitos, sus manitos, la posibilidad de chupar, patalear, llorar y solicitar la presencia de un adulto. Todo eso puede constituir un conjunto de actitudes y conductas muy cercanas a lo lúdico”.

“Lamentablemente, gracias a la educación y a la cultura, vamos castrando y perdiendo esa potencia tan vital, esa energía tan humana que constituye el juego. El jugar nos hace ser más humanos. Pero, hay momentos de la escolaridad donde uno se replantea si un niño debe reaprender a jugar. Es como que se va perdiendo la potencia y la capacidad de jugar debido a procesos educativos de socialización, que encorsetan la capacidad lúdica y creativa con la que llegamos al mundo. En lugar de crecer, esta se va perdiendo. Hoy, el nivel inicial se ha convertido en una pre-primaria. La lecto-escritura y la iniciación al cálculo han remplazado al juego. Al juego en rincones, al juego libre, a los juegos sensoriales, etcétera”, señaló la Lic. en Educación en diálogo con “Aprendemos juntos” en RadioSofía.

En esa línea, amplió: “Los juegos sensoriales hace más de 40 años constituían en el nivel inicial parte de la rutina. Los maestros traían cajas sorpresas y los chicos trataban de adivinar de qué se trataba lo que había adentro con la audición, tocando u olfateando. Ponían en juego todo el aparato sensorial y la percepción. De esa manera, a través del juego, iban construyendo una capacidad fuertísima para sostener y desarrollar inteligencias múltiples. Me gustaría saber cuántos maestros de nivel inicial hoy saben lo que es un juego sensorial”.

A la hora de hablar de la relación entre juego y creatividad, Moreno afirmó que se trata de “universos diferentes” que, a la vez, son “como primos hermanos”.

“Cada uno tiene sus contenidos propios, pero hay algo que lo une y es fundamental. Sin actitud lúdica no hay proceso ni producto creativo. Sin creatividad no se puede sostener el juego, el juego muere. Hay una relación dialéctica entre ambos: se nutren entre sí. Ambos se pueden constituir en un círculo virtuoso que hace que nuestra subjetividad cada vez sea más rica, que nuestra persona se desarrolle cada vez más o, por el contrario, se puede matar este proceso y entonces estamos en un círculo vicioso. Esto último es, en general es lo que la mayoría de nosotros: transitamos menos juego, menos creatividad y viceversa. Eso hace a una vida más gris”, señaló.

La especialista también recordó que, en sus comienzos, hace casi 40 años, “hablar del juego era mala palabra” en el entorno de la educación: “El juego no entraba en la escuela, se le daba la espalda. Pero ya hay mucho camino recorrido a favor del juego y de la creatividad. Hoy son palabras que tienen  buena prensa, pero eso no significa que se comprenda y se accione en torno a los conceptos tal cual son. Crear no significa tener espacio de arte en la escuela. La creatividad está en la matemática, en los vínculos, en inglés y en la vida. De acuerdo a cómo tomamos cada estímulo, es la respuesta que damos. Esta apunta  más de lo mismo o a algo original, en el sentido de propio y único, que viene de adentro de cada persona”.

“Hoy el juego aparece en los curriculums, en los discursos y en el lenguaje. Pero no está en cada educador como motor de su tarea. Una cosa es decir y otras es hacer. Una cosa es pensar y otra es hacer. El juego es un de las actividades integradoras por excelencia. El juego se siente, se piensa y se actúa. Ante aquel que se para frente a un grupo y dice ‘chicos, jueguen’, el alumno se da cuenta perfectamente que esa persona habla del juego, pero no lo contiene. No se puede transmitir lo que uno no contiene”, remarcó Moreno desde los micrófonos de RadioSofía.

Y, finalmente, a la hora de hablar de cómo se lleva adelante la práctica del juego, expresó: “Toda libertad está condicionada por el contexto. El juego tiene un marco de libertad, pero quizás tiene más reglas que la no libertad. Es muy fácil observar un grupo de chicos que juegan solos: marcan el territorio, lo que se puede y lo que no. Si alguien transgrede, se aplica la regla y la pauta con una fuerza que el adulto no tendría. El juego tal vez está mucho más reglado que otras actividades. Por eso también construye subjetividad: hay un inter-juego entre la libertad y los límites. Eso se vive claramente. Quien juega puede comprender hasta dónde y por dónde. Puede ir incorporando libertad y límites en un devenir, son dos caras de una misma moneda”.

“Pero el juego no es inocente. Depende a qué juego, con quién juego y de qué manera juego. No hay que estar tan contento solo porque alguien juegue. En la escuela hay juegos que estimulan la cooperación y otros que estimulan una competencia sangrienta. El educador debe cuestionarse dónde está parado en el quehacer y  a dónde está apuntando aquello que genera”, finalizó Moreno.