Michel Ocelot: “Yo nunca hice películas para niños”

El prestigioso director de cine estuvo en la Argentina. Dijo que sus películas hablan sobre “los placeres de la vida”. Su próximo proyecto será sobre violencia de género





El director de cine francés Michel Ocelot fue la figura central de la última edición del festival “Nueva mirada”. En su paso por Argentina, habló de sus comienzos con el arte, de sus fuentes de inspiración y anticipó que no habrá una cuarta película de su ya famoso personaje Kirikú.

“Comencé mi trabajo a la edad de un año y medio. Agarraba un lápiz y hacía mamarrachos. Nunca más paré. Luego, me divertí muchos con mis hermanos y los hacía jugar. Me disfrazaba y tenía un teatro de marionetas. Me gustaba hacer cosas con los dedos y el bricolaje, hacer cosas con pequeños objetos simples. A medida que crecí, probé otras cosas. En la secundaria, mi vida estaba más por fuera del colegio. Iba al Bellas Artes a pesar de que no tenía la edad. También hice mimo y danza. Luego, oficialmente entré al Bellas Artes, donde estudié varias artes clásicas”, recordó.

Para esa época, los adultos le decían a Ocelot que no podía abarcar todas las técnicas y que debía decidirse por una. Sin embargo, no les hizo caso. “Hoy hago todo. Descubrí el cine de animación y con el continuo divirtiéndome. Hago jugar a los otros, dibujo, me disfrazo, bailo, canto, hablo todos los idiomas, pinto, hago escultura y cuento las historias que quiero”, destacó en diálogo con “Espacio arte” por Radio Arinfo.

El realizador francés reveló que tiene dos fuentes de inspiración para encontrar historias: “La más simple es leer cuentos tradicionales, que son los tesoros del mundo. Pero yo nunca adapto: tomo ideas y me inspiro, pero hago lo que yo quiero”.

“El buen ejemplo de eso es Kirikú, que viene de un cuento popular de África que habla del magnífico nacimiento de este niño que va a nacer y a ayudar a un adulto a combatir a  una bruja.  La historia tiene también la audacia de mostrar lo que no se muestra: el hecho de parir. Es una audacia que, como accidental no hubiese tenido, pero África me ayudó. Kirikú es un niño intenso, que desde el vientre de su madre pide conocer la vida. Eso me gustó mucho. También me gustó la calma de la madre que no entra en pánico. Ella acepta que su niño sea autónomo rápidamente y lo empuja a salir a la vida”, contó.

Luego, prosiguió: “El pequeño niño desnudo va a ayudar a un adulto. En el cuento tradicional, después de un principio genial, las cosas se vuelven mediocres y malas. El cuentista se olvida de la belleza del niño que rápidamente se convierte en un héroe que adquiere poder. Lo peor es que este héroe grande y lleno de poder mata a la bruja. Yo inmediatamente dije que no y decidí hacer lo contrario. En vez de matarla, se pregunta por qué es mala, algo que no suele suceder en los cuentos. Quiere entender, en lugar de matar. Es una mecánica simple. Encontramos cosas que nos encantan en un cuento y otras que no van. Con lo que odiamos decidimos hacer lo contrario. El principio es ayudarse con el tesoro de los cuentos de todo el mundo”.

“El otro sistema para encontrar ideas es la propia vida, como en ‘Azur e Asmar’. Esa es una película que tiene un lugar particular en mi trabajo. Es la primera y la última vez que tuve todo el dinero necesario para hacer un buen trabajo. Fue hecha luego del gran éxito de Kirikú y todos los banqueros me amaban. Fue un lujo y pude hacer que todo fuera más bello. Todo el mundo tenía una misión y todos amaban a la película”, destacó.

Al ser consultado sobre qué mensajes busca transmitir con sus películas, Ocelot sostuvo: “Yo nunca hice películas para niños, por eso a ellos les gustan mis películas. A nadie le gusta ser tratado como un bebé. Yo solo quiero hacer cosas que me apasionan. Sé que no hay que hacer películas específicas para los niños porque es una mala película y una mala acción. Para hacer una buena película, hay que estar apasionado y tener un objetivo”.

“Los niños son bombardeados de información hasta los 18 años y no necesitan entender todo. Adivinan muchas cosas. Lo que no entienden, lo guardan en su mente.  No los perturba no entender, porque es así con la mayoría de las cosas cuando son chiquitos. Mucha gente lee mis guiones y piensa que los niños no van a comprender ciertas palabras. Yo les digo que, justamente, tienen que aprender nuevas palabras”, planteó.

En ese sentido, consideró que las buenas historias y los buenos cuentos de hadas tienen algo por detrás: “Si no hay algo sólido, es una mala historia que no le va a interesar a nadie. Hace falta decir algo fuertemente. Me dicen muy seguido que mis películas trabajan muy bien el tema de la tolerancia. Pero yo digo que no, que no soy tolerante. No trabajo sobre ese tema, sino sobre el placer de vivir. Hago publicidad de los placeres de la vida”.

El realizador francés presentó en Argentina la tercera película de la saga de Kirikú y fue terminante a la hora de asegurar que ya no hará más secuelas.

“Teóricamente, termino con esta película. Nunca pensé ni siquiera en hacer la dos y ya hice tres. Me pregunto por qué. Kirikú no fue solo un éxito en los números, sino en el amor. Es la gente la que me pidió que hiciera otras películas, me decían que no tenía derecho a parar. Durante años dije que no pero, como soy educado, después de seis años hice una película más. Era imposible resistirme al público que me lo pedía”, bromeó.

Finalmente, anticipó desde la señal de Radio Arinfo su próximo proyecto, que tendrá la temática de la violencia de género como eje central.

“Mi próxima es una película ambiciosa, que muestra dos caras. La primera capa es la de una civilización abierta y brillante, el París de la Belle Epoque. Allí todo el mundo crea, estudia y los hombres y las mujeres están juntos. En las alcantarillas, por el contrario, hay una secta donde todos los hombres maltratan a las mujeres”, contó.

Ocelot habló de los datos de la realidad que inspiraron este nuevo film: “El número de crímenes contra mujeres es más elevado que los de guerra y los genocidios y nadie habla de eso. Eso es algo que sucede en todos los países, incluso en Francia que es un país calmo, donde hay tradición de respeto a las mujeres.  Una mujer muere por violencia de género cada tres días en Francia, pero en otros lugares es peor y no son solo los maridos los violentos, sino también los padres o hijos. También están las violaciones y las destrucciones del cuerpo. Es un tema serio”.

“Sin embargo, haré un cuento de hada para niños, por esto comienza en ellos. Me está costando conseguir financiamiento, pero lo voy a lograr”, concluyó.


Escuchá "Espacio arte" los lunes de 13 a 14 hs. por www.arinfo.com.ar 


 
Comentarios
Enviá tu Comentario