“Francisco quiere una iglesia en la cual nada esté por encima del amor”

El periodista Sergio Rubín cuenta cómo nació el libro que escribió sobre Bergoglio y analiza los cambios que el argentino intenta instaurar en el Vaticano





Sergio Rubín conoció a Jorge Bergoglio en el año 1992. En aquel entonces, el periodista especializado en temas religiosos trabajaba en el programa “Claves para un mundo mejor” de canal 7, donde el cardenal Antonio Quarracino tenía una columna.

“Una mañana, cuando estábamos grabando ese segmento, me sorprendió ver a un sacerdote delgado, que se escondía y que se sentía un poco intimidado por la cámara. Me dijeron que era el nuevo Obispo Auxiliar de Buenos Aires, monseñor Bergoglio”, recordó.

Luego, continuó: “A medida que fue ascendiendo en la estructura eclesiástica, lo fui tratando cada vez más por mi trabajo periodístico. Nos acompaño, por ejemplo, en el lanzamiento del proyecto “Valores religiosos” en el 2002  en el 2005, cuando hice la cobertura de la elección del Papa tras la muerte de Juan Pablo II, estuve junto a él allí”.

En aquella elección, Bergoglio tuvo una muy buena performance, aunque finalmente fue elegido Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Esa situación reforzó la idea de la periodista Francesca Ambrogetti de hacer un libro sobre él, proyecto que compartió con Rubín.

“Cuando Francesca me hizo la propuesta del libro, yo le dije que me parecía muy bien pero que Bergolgio no iba a querer porque era un hombre de perfil muy bajo que no daba entrevistas a periodistas. Pensé que mucho menos iba a aceptar hacer un libro sobre él. Yo era muy escéptico y, en parte, tuve razón porque cuando fuimos a verlo nos atendió muy cordialmente pero, cuando le propusimos el libro, se bloqueó y dijo que no. Nos trajo un anillado con su homilía, sus mensajes y sus reflexiones, pero nosotros queríamos tener una charla abierta con él”, contó Rubín al programa “Con ojos de mujer” en Radio Arinfo.

Aunque inicialmente el entonces Arzobispo de Buenos Aires fue reacio al libro, la insistencia de los periodistas sirvió para convencerlo. En uno de los encuentros, Ambrogetti le dijo que él hablaba de “transitar la paciencia” y le pidió que le explique ese concepto. Bergoglio le pregunto si para el libro le iban a preguntar sobre ese tipo de cuestiones y le contestaron que sí. En ese momento el cura dijo “empecemos y veamos que sale”.

 

 

“El libro nos demandó dos años de reuniones y, finalmente, se presentó en junio de 2010. Nos imaginábamos ese material como la memoria y el recuerdo de un gran Cardenal, porque públicamente Bergoglio no trascendía. Queríamos que más gente supiera quién era esa personalidad tan importante que en 2005 había estado cerca de ser papa. Todo eso cambió el año pasado”, remarcó el comunicador, que cubre temas religiosos desde el año 1976 en medios confesionales y también en los tradicionales.

Al ser consultado sobre la impresión que tuvo del religioso al entrevistarlo para el libro que en su primera edición recibió el nombre de “El jesuita”, planteó: “Me quedó grabada su sencillez, su austeridad, su cercanía. Tenía un trato muy delicado. También recuerdo su espiritualidad, su gran preocupación por los pobres y su compromiso concreto de vida, así como su religiosidad y su inteligencia. Hoy todo eso se ve desde Roma con mucha claridad”.

Luego de dos años de charlas, Ambrogetti y Rubin supieron dilucidar que el concepto “transitar la paciencia” refería a que había que saber esperar, esforzarse por las cosas y saber que estas necesitan madurar, así como las personas necesitan comprensión.

Finalmente, Rubin habló con Radio Arinfo de la postura que ha tomado Bergoglio, hoy Papa Francisco, como líder de la iglesia católica: “Tres cosas importantes quedaron claras en la reunión de cardenales previa a entrar a votar en la capilla Sixtina: revitalizar lo religioso, reformar la curia romana, incluida las transparencias en las cuentas, y una mayor colegialidad, es decir, mayor participación de las iglesias locales en el gobierno central de la iglesia. En esas prioridades el Papa está tratando de avanzar. Hay cosas que son más complicadas que otras: cambiar estructuras puede ser más fácil que mentalidades”.

“Francisco quiere una iglesia que salga al encuentro de la gente, como en Buenos Aires. Pide que haya sacerdotes comprensivos, que sepan perdonar y acompañar, y una iglesia en la cual nada esté por encima del amor. Él trata de cambiar la cultura de una iglesia que se quedó en la culpa, el pecado y la prohibición. Como todo cambio cultural, será difícil y llevará tiempo”, concluyó.


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