Mario Saucedo, una historia de superación

Es no vidente y trabaja como restaurador de libros, pero antes debió tocar fondo para entender lo valiosa que es la vida





Mario Saucedo se levanta todos los días a las cinco de la mañana para llegar a su trabajo de restaurador de libros en la Biblioteca Nacional de Maestros, al cual ingresa a las 7.30. Se prepara el desayuno y sale a la calle. Luego, se toma el colectivo. Al llegar a su oficina, lo primero que hace es revisar que todo el trabajo realizado el día anterior esté en óptimas condiciones.

Todo este relato podría referir a la vida de cualquier persona, pero Mario es no vidente. Sin embargo, ser una persona con capacidades diferentes no le impide tener un manejo cotidiano autónomo.

“Nací en Santa Fe, pero a los 6 años me vine a vivir a Buenos Aires con mi familia. Cuando comencé la escuela, me diagnosticaron retinosis pigmentaria. Eso hacía que al jugar me llevara cosas por delante o me golpeara más que los demás. De todas maneras, para mí no era un calvario, porque era chico y no me daba cuenta”, contó.

Progresivamente, Mario se fue quedando ciego y lo pero llegó en la adolescencia: “No quería que nadie se dé cuenta que ya no veía. Los ojos están bien y uno mira, pero no ve. Fue terrible no poder aceptar mi enfermedad”.

“Tuve que cambiar mi forma de vivir. Estuve muy deprimido. Desde los 17 hasta los 30 años mi vida no fue nada buena. Vivía en la calle y tomaba para evadirme”, relató al programa “Curiosa tarde” de Radio Arinfo.

Sin embargo, un día, la historia de Mario cambió: “Fui a visitar a mi mamá y ella me propuso que fuera a Alcohólicos Anónimos. En ese momento, el tema del alcohol para mí era peor que la ceguera”.

“Yo no tenía herramientas y en ese grupo me las dieron, tanto para enfrentar la vida en general como a la ceguera. A partir de allí pude aceptar que tenía una enfermedad y comencé a rehabilitarme por mi problema visual. Fue muy duro pero, a la vez, un aprendizaje impresionante”, remarcó el restaurador libros, quien hoy disfruta de cocinar y de tocar el acordeón en la casa que pudo comprarse gracias a su duro trabajo.

Mario no solo consiguió un trabajo estable, sino que también terminó el secundario, por medio del Plan Fines: “Yo había cursado tres años en un Cens y me habían quedado dos materias por aprobar, que eran Derecho y Educación Cívica. Cuando entré a trabajar al Ministerio de Educación me pidieron que terminara la escuela y allí adentro descubrí esta iniciativa para finalizar los estudios. Me anoté, estudié con una profesora, rendí los exámenes y aprobé”

“Ese fue el mayor logro de mi vida”, dijo Mario desde los micrófonos de Radio Arinfo.

Finalmente, destacó: “Hoy estoy genial y espero que a alguien le pueda servir todo lo que digo. Si no puedo ayudar al menos a una persona, siento que todo lo que viví no tiene ningún valor”.




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