Un recorrido por la historia de los cines barriales

La arquitecta Patricia Méndez escribió un libro en el cual da cuenta de la importancia social de estos espacios culturales y destaca los movimientos de recuperación

“Cines de Buenos Aires, patrimonio del Siglo XX” es el nombre que recibe el libro escrito por Marta García Falco y Patricia Méndez, el cual es fruto de una investigación y relevamiento que se hizo de los cines de la Ciudad de Buenos Aires en cuanto a sus orígenes e infraestructura.

“En 2010 presentamos el libro, el cual tuvo por detrás varios años de trabajo de investigación. No solo hicimos un recorrido histórico, sino que transitamos la ciudad verificando dónde habían estado las salas. En ese momento, relevamos que, desde 1896 hasta 2010, hubo en la Ciudad de Buenos Aires más de 300 salas de cine, aunque no funcionaron todas simultáneamente”, precisó la arquitecta Patricia Méndez, una de las autoras.

Actualmente, el proyecto sigue en pie, con la idea de ampliarse al resto del país para conocer las distintas modalidades que adquirieron las salas de cine en otras ciudades y pueblos.

“Estamos tratando de que se valore lo que fue la arquitectura del Siglo XX, en la cual los cines tuvieron muchos que ver”, sostuvo la arquitecta en diálogo con “Resumiendo punto cuatro” por Radio Arinfo, a la hora de hablar de los objetivos de la investigación.

Respecto al devenir de estos espacios en la Ciudad de Buenos Aires, Méndez relató: “Hay que pensar que hubo empresarios, como Clemente Lococo, interesados en instalar el cine como fenómeno cultural del momento. Esas personas se asociaron con arquitectos porque entendieron lo que era la modernización en los actos sociales y culturales”.

“Mucha gente aportó y se vinculó a la confección y mantenimiento de las salas de cine, sobre todo en los barrios. Eso es muy importante, porque eran el núcleo social y cultural, lo que movía a la sociedad en el siglo XX en la Ciudad y en el resto del país también”, aseguró la especialista.

En ese sentido, remarcó la importancia social que tenían las salas: “El tema de los cines en los barrios es muy importante, porque en ese momento no había otro tipo de entretenimiento en los hogares. El fenómeno del cine implicaba, no solamente ir a ver una película, sino también dejar verse. Allí también se entablaban relaciones distintas a cómo las entendemos hoy, había cuestiones antropológicas, sociales y culturales”.

“En el interior, a diferencia de la Capital Federal, los primeros cines aparecen en las sedes de las asociaciones de extranjeros españoles e italianos. Esto está relacionado con que la colectividad que se instalaba en un lugar, no perdía el espíritu del recreo. En segundo lugar, se abrieron los cine-bar o cines-terrazas. Era muy habitual que los cines funcionarán algunos días a la semana en estos lugares chicos, porque el traslado de los rollos traía muchas dificultades”, dijo la arquitecta, basándose en los datos que han recogido en esta nueva etapa de la investigación.

Asimismo, lamentó: “Cada ciudad de 2 mil o más habitantes ya contaba con una sala de cine.  Estos lugares son los que perdieron aún más con el cierre. Formosa, Corrientes o Resistencia carecen de salas de cine o estas funcionan en shoppings, bajo una nueva estructura”.

“La historia es muy linda, pero no hay que quedarse en ella, sino revalorizar el patrimonio que tenemos para transformar las nuevas necesidades de estos espacios que alguna vez fueron tan fuertes”, remarcó Méndez desde los micrófonos de Radio Arinfo.

Finalmente, la autora del libro hizo referencia a las luchas barriales que han surgido en los últimos tiempos en pos de la recuperación de sus míticas salas de cine: “Hay una movida a nivel general para recuperar estos espacios tan propios de los barrios. En un momento en que la ciudad se vuelve hostil para transitar y para la cotidianeidad, transformar estos espacios en centros sociales y culturales podría redundar en un beneficio para la comunidad cercana”.

“Estos movimientos que están luchando son totalmente válidos para recuperar los espacios como propios. No necesariamente deben ser entendidos como salas de cine, porque no hay un único formato, sino como proyectos más actuales, acordes a las necesidades de los barrios”, concluyó.

 

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