Velez tuvo un estreno de pelicula

En Montevideo, el debut fue perfecto: superó a Defensor por 3 a 0, con gran personalidad; el equipo mantiene su estilo distinguido, pero además sumó combatividad; Ramírez, Obolo y Domínguez, los tantos.



Vélez no afloja. Es el Novak Djokovic del fútbol: siempre pelea a lo grande. No gana tanto como el serbio... aunque debería hacerlo. Tiene estructura, jugadores de prestigio, inferiores con futuro y un cuerpo técnico serio y ganador. No era sencillo su debut en la Libertadores: Defensor, en Montevideo. Un clásico partido de corazón valiente y pierna fuerte. Vélez no sólo tuvo espíritu combativo: expuso una personalidad llamativa para el comienzo de año. Y dejó una certeza: será candidato. Fuerza, solidez, buen juego y fútbol. Así, le ganó a Defensor por 3 a 0, en la presentación del Grupo 7, con una joyita: el último grito, marcado de tiro libre por Sebastián Domínguez, un baluarte de la última línea en tiempos en los que no sobran zagueros sobrios en el fútbol argentino. 

Los partidos tienen jugadas que cambian el trámite y determinan el resultado. Confiado, sin mayores esfuerzos, esperó esa jugada, la que encontró cuando se iba el primer tiempo y comenzó con su monólogo. Como en Buenos Aires, demasiado calor hubo en el pequeño y coqueto estadio Franzini, pese a estar casi sobre la playa montevideana. Una jornada agobiante que dio marco especial al enfrentamiento desigual. 

Defensor se animó más, con el propósito de hacer pesar su condición de local. Pero no tuvo fuerza para arrinconar a Vélez. En el final del primer capítulo, llegó esa jugada especial que todo equipo que se cree superior y que no se esfuerza demasiado, espera como la gran oportunidad. Una desinteligencia del equipo violeta dejó un tiro indirecto dentro del área local. Luego de un par de desajustes de la defensa, el balón quedó girando en el área grande para la zurda mágica de David Ramírez. A partir de allí, literalmente, se acabó el desarrollo. Cubero, un viejo gladiador, puso el orden para un equipo que controló el partido y administró fuerzas. 

El estadio Franzini está en el Parque Rodó, frente a la playa Ramírez, pero ni la zona arbolada ni la cercanía del Plata dio un poco de aire fresco. Los futbolistas transpiraron demasiado, pero sólo por el calor; no por la exigencia de esfuerzo. 

La diferencia era de apenas un gol, pero se percibía una amplia distancia de Defensor con el empate. Vélez controló todo. Frente al recurso del pelotazo localista, Vélez tocó y apeló a buenos cambios de frente para habilitar a Augusto Fernández, que se movió de maravillas por el sector derecho. Luego de un córner, Ortiz ganó de cabeza en el área, y ante una desprolija defensa, la acción terminó en un remate violento de Obolo, muy oportuno en la definición. Un hombre que, en el área, suele tener todo muy bien planificado. En el final, se presentó el golazo de tiro libre de Domínguez: un lujo para el entusiasta grupo de hinchas de Vélez que viajó hasta esta ciudad. 

Ganó, gustó y amenaza seguir su reinado. De pelear siempre a lo grande


 
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